Hospital, hostal de la salud
Restaurador de dolencias
Que atiende con prontitud
Los tratamientos de urgencia.
Poblado de batas blancas
Entre fármacos y sueros
Los enfermeros de planta
Y todos sus compañeros
Los médicos se distinguen
Por su “fonendo” en el cuello
Su trabajo imprescindible
Y sus andares resueltos.
Suelen ir acompañados
De un grupo de residentes
Que escuchan con gran cuidado
Lo que explica atentamente.
El médico de hospital
Es profesor de su gente
Y comenta el historial
De sus enfermos pacientes.
Quirófanos preparados
Para intervenir de urgencia
Con el personal y medios
Que requiera la incidencia.
Las enfermeras de turno
Atentas a las llamadas
Aconsejan lo oportuno
Que cada caso reclama.
Celadores que vigilan
Las puertas del hospital
Impidiendo que se cuelen
Los que no deban entrar.
A cada ingresado al instante
Se le asigna habitación
Una cama basculante
Una silla y un sillón.
El servicio de limpieza
Se presenta de mañana
Para asear a la enferma
Y dejar limpia la cama.
El hospital, lugar necesario
Cuando falta la salud
Pero frío y solitario
Que siempre crea inquietud.
Las estancias prolongadas
Pueden traer nuevos males
Infecciones provocadas
Por gérmenes nosocomiales.
La impresión del hospital
Como simple visitante
Bascula entre la ansiedad
Y la esperanza expectante.
El hospital para mí
Será siempre un referente
Pues en este mes de Abril
Vi la muerte frente a frente.
Cuando una persona amada
Fallece en un hospital
La referencia obligada
Es su morada habitual.
Quiero alejar de mi mente
Paisajes hospitalarios
Araceli está presente
En mi recuerdo diario.
J.José Rojo Martínez
Junio de 2005
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