De Noelia
Un dia de los de todos los dias, siendo yo muy, pero que muy principiante, en la sala de espera y como uno más de nuestros pacientes, vi a un señor, perfectamente acicalado, que portaba un bastón y preguntaba por el Dr. Rojo. Con enorme paciencia, esperó su turno.
¡Cual fue mi sorpresa, cuando éste salió a recibirle y le llamó PADRE! Pero no le llamó un padre cualquiera no, le llamó PADRE con un cariño desbordado. Confirmé después el inmenso parecido. Desde ese dia y en los sucesivos me fue transmitido el respeto y la admiración por quién descubrí como un gran personaje, ejemplo de sabiduría pero sencillez en lo cotidiano, observador y estudioso del más mínimo detalle, del que se nutría para seguir aprendiendo.
Hoy yo tengo una semblanza suya, QUE ES MIA Y SÓLO MIA, y que guardaré siempre muy cerca, para compartir de vez en cuando con su HIJO.
A toda la familia, de veras que lo siento.
Noelia.
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